Según la iglesia el Limbo ya no existe.

Mitch es uno de mis amigos. Desde que le pusieron ese mote cariñoso, no hay día en el que cuando se le presenta a alguien, lo primero que ese alguien le diga sea lo de si se apellida Buchanan.. (la gente es de un ingenioso..).
Mitch tiene cosas peculiares, como cuando compartíamos litera en la pérfida Albión, donde pude comprobar y ratificar, que fuese la hora que fuese de la noche, cuando yo me daba la vuelta en la cama, el lo hacía inmediatamente después.
Es muy risueño, y sólo saca su carácter cuando le gano al Tute y al Tenis, porque está convencido de que es el mejor, aunque casi siempre pierde.

La semana pasada tuvo una experiencia poco habitual que os quería contar:

Uno de sus compañeros de trabajo, que no tiene familia en la ciudad, dejó una nota el martes pasado, diciendo que el miercoles tenía cita con el médico y que llegaría tarde.
Debido a que ni el miercoles ni el jueves, este compañero acudió al trabajo, ni tampoco contestaba al teléfono, Mitch y su jefe decidieron acercarse hasta su casa, de la cual tenían unas llaves, porque ésta era de propiedad de algún familiar del jefe.
Al entrar en la vivienda, lo primero con lo que se toparon fue un montón de regalos dispersos por toda la cocina. Cada uno tenía un nombre, incluidos los de las personas que trabajaban en la empresa.
La siguiente escena ya no fue tan agradable.
Al entrar en el dormitorio, el cuerpo de su compañero yacía sobre la cama, maniatado, y con una bolsa de plástico en la cabeza.